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Ecuador: Abortos en la clandestinidad

¿Cómo es abortar en Ecuador? Tres mujeres narran sus historias, secretos, miedo y persecución. Una serie de crónicas que humaniza un acto penalizado en el país.

Elaborado por: Melissa Clavijo

 

En un estudio publicado en la Revista Indexada “Pragmatic and Obsevational Research”, durante el periodo 2004-2014, se reportaron un  total de 431.614 abortos en el territorio ecuatoriano. De esos, el 85% fue registrado por el Ministerio de Salud como "otros embarazos terminados en aborto". 

Esto significa que la mayoría de abortos en el país podrían ser auto-inducidos por mujeres en condiciones no salubres lo que las lleva a acudir al sistema de salud pública. 

Según Woman Help Women, agrupación internacional que promueve el aborto legal, y la Organización Mundial de la Salud, el aborto con pastillas como la misoprostol es el método más seguro. 

Esta pastilla se medica en Ecuador porque realmente se creó para tratar úlceras. Ana, Marisol y Andrea utilizaron esta medicina con el fin de terminar sus embarazos. Sin embargo, al hacerlo en la clandestinidad corrieron riesgos innecesarios. Ellas solicitaron no aparecer en el reportaje con sus nombres reales y la modificación sus voces en los audios.

La historia de "las pastillas"

Brasil aprobó la comercialización de un medicamento para tratar las úlceras. En las indicaciones se leía que no debía usarse por mujeres embarazadas. Aquellas desesperadas por abortar tomaron Cytotec (misoprostol) y funcionó.

1986

1986

La experiencia de las mujeres brasileñas finalmente llamó la atención de la comunidad médica, que empezó a estudiar las propiedades abortivas del medicamento. 

1990

1990

La Food and Drug Administration (FDA) en Estados Unidos aprobó misoprostol (Cytotec) para su uso en el tratamiento para el aborto médico en septiembre de 2000. 

2000

2000

Casi aborta sobre una servilleta de cocina

Ana. Guayaquileña. 21 años

Después de varias pruebas, Ana lo confirmó: estaba embarazada. No tuvo tiempo ni ganas de contárselo a nadie, tenía que ir al colegio. 

 

​"Mi madre siempre me dijo que si llegara a abortar no se lo cuente. Ya cuando hayan pasado años, así cuando yo cumpla 40, tal vez", susurra. Está sentada afuera de una cafetería y usa la voz baja porque le teme a las miradas que causa la palabra "aborto". Pero lo cuenta, no a su mamá, pero sí mucho tiempo después, a los 21 años. 

 

​"Yo tenía 15. No era una opción", explica como si tuviera que defenderse. "Una amiga mía tenía el número de una doctora. Al llamarla me dijo que debía hacer una cita en su consultorio", cuenta. 

​Al llegar, la doctora le dijo que debían dirigirse a su consultorio privado. La pareja de Ana tenía carro y las recogió en un punto pactado por la médica. "Ella todo el tiempo estaba como preocupada, pendiente de que la estuvieran siguiendo", dice Ana. 

La doctora le dio una charla de anticoncepción. Le explicó todos los métodos. "Ella me decía que esto no me podía volver a pasar, que no quería mi dinero y que no era cuestión de sólo darme una pastilla”, recuerda. 

Ana la describió como una tía. Aquella en la que puedes confiar. Era robusta, con cabello castaño decorado con canas plateadas. Cuando llegaron a su destino Ana no podía creer lo que veía. Era un apartamento con paredes blancas. Un hogar disfrazado de centro médico con posters sobre cómo lavarse las manos. 

Se sentó frente al escritorio improvisado junto a su pareja. La doctora procedió a explicarle que había dos métodos: las pastillas o una cirugía. El costo era de $80 y $120 dólares respectivamente. De las dos opciones, la doctora le dijo que con la cirugía estaría 100% de que ya no estaría embarazada pero que con las pastillas debería hacerse ecos para verificar que el procedimiento se haya completado. 

Ana rompió en llanto porque no sabía qué decisión tomar. Quería que todo acabase pronto pero clarificó su decisión al ver el lugar donde le ofrecían hacerse la operación quirúrgica. Detrás de una cortina a la derecha del escritorio en una esquina, estaba una fraudulenta sala de operaciones…

 

 

Haz clic aquí para escuchar a Ana.

Fue algo que la impactó...

Pero, prefirió la pastilla. No quería correr el riesgo de tener una emergencia en la cirugía y no ser atendida en otro lugar. La doctora le dio las pastillas y se fue a su casa. 

Esperó a las 12 de la noche para que su madre se duerma y se encerró en su cuarto. Primero tuvo un dolor muy parecido al de un cólico, luego sintió nauseas y malestar. Todos, síntomas que ya la doctora le había advertido. 

Fue a la tercera hora, alrededor de las 4 am que empezó a sangrar. Su alarma sonó. Era un día jueves y tenía que cambiarse para ir al colegio. 

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Foto: Melissa Clavijo

Con tez pálida pasó sentada en el aula de clase. "Pensaron que solo estaba enferma", dice. Después de ese día, no se realizó ningún eco, ni visitó a la doctora ni a ningún otro especialista. "Tenía miedo. Quería dejar toda esa situación atrás". 

Ana

¿Qué es el aborto clandestino?

Marisol

El doctor le dijo: "como usted llegan muchas"

Marisol. Quiteña. 23 años. 

En diciembre del año pasado, Marisol recibió la noticia de estar embarazada de su pareja. Él era 10 años mayor y le dijo que no quería estar involucrado en la situación. 

 

Inmediatamente, les preguntó a sus amigos sobre información para abortar. Todo estaba ahí, en una simple pregunta por Whatsapp. En pocas horas le llegaron testimonios de otras allegadas que lo habían hecho. 

Haz clic aquí para escuchar a Marisol.

Según Marisol, tener el embarazo no era una opción. Más allá del aporte económico o el apoyo familiar, sentía que no estaba lista. 

Su prima quien estudiaba medicina le dio las pastillas misoprostol. Decidió vivirlo todo en la casa de su mejor amiga. La madre de la amiga, preocupada, le dijo que acertó en confiar en ella porque conocía lo complicado que era. La señora también había abortado y quería apoyar a la joven. Sin embargo, nunca sintió un síntoma. 

Sacó una cita con un ginecólogo al que no le dijo lo que había hecho. El doctor le dijo que no había nada en su útero pero que debía hacerse otros exámenes porque podía ser un caso extraño. Marisol quiso otra opinión. El segundo ginecólogo le indicó que seguía embarazada. "Se dio cuenta de mi angustia y me dijo que había muchas formas de acabar con el embarazo pero que con él no podría contar".

Volvió a intentarlo con otras pastillas que su prima logró darle por segunda vez. Tal como lo hizo Ana, se encerró en su cuarto. Esperó a que su madre saliera a comer y realizó el proceso. Finalmente, vinieron todos los síntomas incluyendo el sangrado abundante. 

Después de unos días fue donde un tercer doctor que una amiga le recomendó. Marisol estaba preocupada porque la menstruación continuaba pero le sorprendió lo que el médico le dijo.

A pesar de descubrió lo común que era el aborto, Marisol sintió una gran presión emocional.

Actualmente, está cursando el último año de su carrera en una universidad en Quito. 

La Organización Mundial de la Salud define al misoprostol como un medicamento para tratar úlceras gástricas.
¿Cómo la misoprostol genera un aborto?

Uno de sus efectos es también la hiperestimulación del útero que, según la dosis, puede provocar fuertes contracciones. 

  • Bajos índices de mortalidad asociada

  • Fácil acceso

  • Sencillo de conservar, administrar y comprar

  • Previene y trata la hemorragia post-parto

  • Reduce la mortalidad materna

 

Fuente: Organización Mundial de la Salud 

¿Van mujeres a la cárcel por abortar?

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Foto: Bryan Salcedo 

Según datos de la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, en 11 países de la región hay mujeres encarceladas por abortar.

Surkuna es una fundación que asiste legalmente a mujeres víctimas de violencia sexual, psicológica o física. También se encargan de casos de denuncias por aborto.

En Ecuador, entre 2013 y enero de 2018, 326 mujeres han sido criminalizadas por abortar, según datos procesados por Surkuna de la Fiscalía General del Estado, el Consejo de la Judicatura y la Defensoría del Pueblo. Sin embargo, las entidades públicas no brindan información sobre qué ocurre con estas mujeres después de la denuncias. "Es un sistema tan desordenado que a pesar de solicitarla, no nos los dan", explica Maria Augusta Villa, abogada de Surkuna. 

Villa cuenta que usualmente las mujeres desarrollan un desapego al sistema médico público porque desde ahí suelen llegar las denuncias. 

 

"Los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres están estipulados en la Constitución pero en el Código Penal se contrapone", alega.

En el país es legal abortar en dos situaciones: si el feto atenta contra la vida de la madre o si es producto de una violación a una mujer con discapacidad mental.

En la asamblea se está debatiendo si se agrega la causal por violación. Lo que ha generado marchas y protestas, develando este problema social. Aún así, el tema sigue en debate. 

Diana

Una inyección y listo

Andrea. Quiteña. 20 años.

La mejor amiga de Andrea intentaba consolarla en su desesperación. Había quedado embarazada y eso no estaba en sus planes. Los sollozos de las dos jóvenes captaron la atención de la empleada. 

 

“Nos preguntó por qué llorábamos tanto y le conté”. La señora se había hecho un aborto hace tiempo y les ofreció ayuda. Les dijo que le habían inyectado un líquido que no conocía en una clínica por $100. Ésto espantó a Andrea. 

Haz clic aquí para escuchar a Andrea.

Procedieron a buscar por internet donde la primera opción era la misoprostol. Pero, optó por lo natural. Un té de una planta que no recuerda. Bebió litros y litros, pero no funcionó. 

 

Otra amiga le comentó sobre un movimiento llamado Las Comadres. No pudo contener el llanto cuando escuchó la otra voz por el teléfono. Había conseguido su número en la página oficial. 

La mujer le indicó que se podían ver en el lugar que ella quisiera. También le explicó que ellas le podían dar información sobre cómo conseguir las pastillas. El costo era de $60 pero podía donar más para darle ayuda monetaria a otras jóvenes. Un jueves se reunieron en una cafetería en Quito. 

 

Había otras chicas, la mayoría con sus parejas o eso pensaba Andrea. “Nos dijeron que todas habían pasado por lo mismo, nos indicaron los riesgos y nos delegaron a un ginecólogo que trabajaba con ellas”, cuenta. 

"Me explicaron todos los peligros pero yo debía hacerlo porque no quiero ser madre", dice. También le enseñaron cómo medir con su flujo si estaba teniendo una hemorragia: dos toallas grandes en una hora era motivo de preocupación.

 

Tuvo una especie de madrina de las Comadres quien le escribió el día que tomó las pastillas. Esa noche la acompañaron su hermana y una amiga en su casa. Todo salió como lo esperaban. 

​Días antes, porque los chismes se riegan rápido, la madre de Andrea recibió una llamada anónima donde le advertían que una de sus hijas abortaría. Andrea le dijo que probablemente era una broma de mal gusto pero decidió alejarse del círculo de amigos que conocía de la situación. "Ya sea por hacer bien o mal, no respetaron mi decisión, ni mi confianza en decirles". 

"Tuve que tomar más precauciones para que mis padres no se den cuenta. Ahora estoy tranquila. Ya pasó", concluye con una sonrisa de alivio.

¿Es legal lo que hace este tipo de organizaciones?

"Las Comadres" toman precauciones como no delevar sus identidades. Sin embargo, dejan público su número de contacto. Se catalogan como una red de acompañamiento para mujeres que deciden abortar.

Según Verónica Vera, abogada y representante de Aborto Libre Ecuador, lo que hace este tipo de organizaciones es legal porque se acoge a la ley de derecho a la información.

El Código Integral Penal estipula en el artículo 147

que "la persona que haga abortar a una mujer que ha consentido en ello, será sancionada con pena privativa de libertad de uno a tres años" y que una mujer que "cause su aborto o permita que otro se lo cause, será sancionada con pena privativa de libertad de seis meses a dos años". 

Andrea reiteró que Las Comadres no le dieron las pastillas directamente. Ellas le dijeron dónde podría conseguirlas. Sin embargo, con los testimonios de Ana y Marisol, es notable la facilidad de acceso a esta medicina para abortar en el país. 

Nota al lector

Los tres testimonios presentados son de mujeres lejanas a mí. Inicié la investigación y anuncié en mis redes sociales que buscaba personas dispuestas a contar sus historias. Por medio de terceros y, al principio con nervios, me contacté con ellas. Todas me dijeron lo mismo: querían ayudar a otras que han pasado por los estragos de un aborto clandestino. Querían alzar su voz y presentarse al mundo como humanos reales. Por ello, tendrán siempre mi respeto y admiración. 

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